miércoles, 28 de noviembre de 2012

Los hombres que no amaban a las mujeres

Había tratado por todos los medios de contactarlo. Su última conversación había desembocado en una acalorada discusión que todavía le dejaba un amargo sabor en la boca. Su ansiedad aumentaba con cada minuto que no obtenía respuesta. Por las noches lamentaba haber sido tan necia, haber dicho aquellas cosas imperdonables.
 
Otros la habían abandonado por agravios menores, otros la habían desechado. Este era diferente, eso quería creer. Estaba segura de que él la amaba, de que en cualquier momento la llamaría justificando su larga ausencia.
 
El sonido del timbre la sacó de su letargo y, con el corazón en la mano y la esperanza reavivada, se precipitó a abrir la puerta.
 
Era su suegra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario