martes, 25 de diciembre de 2012

Just one night, he said to me, and we fell in love for centuries 

Saudade

Te extraño. No sé cómo pueden quedarme sentimientos después de haberte llorado tanto. ¿Pueden los ríos secarse alguna vez? Así de seca y desolada está mi alma, una cuenca agrietada llena de piedras que no sirven para nada.
Las piedras están solas aun estando acompañadas. Buscan en las demás tu aliento pero terminan por ser defraudadas. Solo son piedras, sentadas en la arena seca y compacta.
Te veo de lejos y no sé cómo llamarte. La voz no me canta ni se estremecen mis cuerdas. Te sigo y te alejas, te vas feliz cantando y me partes el alma.
No estás solo como yo, no hay viento en tu interior, no se caen tus hojas. Mientras tanto el frío me quema una y otra vez como un tizón de puro fuego.
¡Ah! se me olvidaba, las piedras no se queman por el frío ni se desesperan por la ausencia, así que me quedo inmóvil que es mucho peor, sin nada que decir, sin nada que agregar, extrañándote más y más mientras duermes plácidamente a mi lado.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Sognare





Esta es una de esas canciones que se esconden en tu playlist y cuando las encuentras son una agradable sorpresa.
Ya en aquel momento le vino a la memoria un consejo del padre. Cuidado, hijo mío. La adulación repetida acabará inevitablemente resultando insatisfactoria, y por tanto será como una ofensa.

-Saramago, El viaje del elefante

sábado, 1 de diciembre de 2012

A veces, la vida es lo que pasa

Cuando desperté la encontré parada junto a la ventana, fumando un cigarrillo y mirando hacia el exterior entre las cortinas oscuras. Su silueta a contraluz se hacía más viva y real. Ver como se arqueaba su espalda desde la zona alta de sus nalgas era mi parte favorita del día.
Ella se volteó y me atrapó observándola. Nunca la había visto tan hermosa. Siempre me parecía más atractiva después de hacer el amor.
Vuelve a la cama, le dije con mi voz soñolienta. 
Por complacerme y sin decir una palabra terminó el cigarrillo y se abalanzó a mi lado entre las sabanas.
-¿Sabes?, -me dijo sin preámbulos- después del sexo las conversaciones cobran mayor importancia. De nada valen los Te Quiero desbocados de a punto de climax. Lo verdadero sale a relucir cuando el cuerpo está satisfecho de amor y estar pegado al otro es lo que más ansías.
Cuando terminó de hablar yo estaba con la mirada perdida en las filtraciones del techo y no me había percatado que se había volteado hacia mi y me sonreía atontada.
Todavía se me eriza la piel cuando pienso en sus ojos, en su piel y el olor a aceitunas negras que emanaba de su pelo lacio y que combinaba perfectamente con su sonrisa  de mar.
Después de esas palabras no pude más que asentir con la cabeza y lamentarme internamente. Sabía lo que significaban. Lo nuestro era lujuria, deseo, y ella siempre había querido algo más, algo que yo no podía darle. Estos encuentros de meses habían llegado a su fin y sin duda nadie estaba seguro de lo que nos deparaba el futuro. 
Nos miramos a los ojos y sonreímos regodeándonos en la complicidad de nuestros pensamientos.
Está de más decir que no nos volveríamos a ver jamás.  
La esquina de mi habitación donde colgaba su ropa sigue desierta, como a la espera de verla llegar con su sonrisa de oreja a oreja y su jovialidad juvenil. El pasar de las estaciones no me ha traído más que el añejamiento de los recuerdos de aquellos días y en paz sigo a la espera de que funcionen en mi la costumbre o el olvido.