Cansada y harta de escuchar lo mismo por las cuatro esquinas.
SI, mil personas pueden estar equivocadas. Un millón puede pensar que está en lo correcto y no estarlo. No soporto a quien viene con el cuento de que para tener éxito hay que adaptarse a algún molde prefabricado por manos consumistas y mezquinas. No lo acepto y no lo aceptaré. Esos consejos y afirmaciones siempre me han dejado un mal sabor de boca y desde niña he aborrecido al que me viene con la misma cantaleta.
En esto no vale ni madre, ni padre, ni hermano, ni tío, ni sobrino. Nadie puede saber más de una vida que quien la vive. Nadie puede imponer sus gustos y preferencias en el otro. La única razón por la que los cánones hoy establecidos existen es porque las masas los aceptan, los manejan y los veneran.
¿Y qué si me gusta mi piel? ¿y qué si me gustan mis facciones, mi fenotipo de negra caribeña que le gusta el sol, ama la playa y se contonea? ¿Y qué? ¿En qué libro desgraciado está escrito que cada ser humano debe ser igual al otro? ¿Acaso no existe la diversidad en la naturaleza? ¿Acaso no son las flores distintas de sus iguales? Tengo mi derecho inherente de pensar diferente y si así lo considero, nadar contra la corriente. Todo lo cuestiono, todo lo pienso, todo lo opino. No entiendo el conformismo. ¿En qué momento de la vida es que se pasa de ser libre a ser esclavo físico y mental del sistema? ¿En qué plano de la existencia se crean los regímenes opresores del pensamiento? ¿En que patio cualquiera comenzamos a seguirlos?
Confieso que estoy harta y hastiada de escuchar boberías. Confieso que puedo perder la cabeza si a mis oídos llega otro comentario azaroso. Confieso que no sabré contenerme y que muy posiblemente provoque una desgracia que muy probablemente involucre una pardi'a con un palo. Si usted anda conmigo en ese momento, o me quita el palo o me ayuda a golpear.
Bueno, dos seran los palos...
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