lunes, 30 de abril de 2012

Agridulce

El momento en que los trapos coronan tu día, uno tan descolorido e incierto como tu ánimo.
Cuando tu sabor es amargo e ilógico te conviertes en una necia cuyos problemas no sobrepasan a los de la media, entonces pierdes el derecho a ser. Quieres sufrir tu pena en abandono pero en sociedad, y fantaseas con seres sin rostro a los cuales contarles tus pesares y escuchar sus consejos sin razón ni cordura.
Y de repente el derredor pierde su sentido intrínseco enajenandote a ti misma y todo te resulta extraño como si de una pesadilla se tratara.
Entonces te das cuenta que estás cansada de tonos agridulces y quieres desnudarte de toda palabra que te ensalce y te destruya. Quieres volver a ser un capullo sin conciencia del mundo donde el pesar y el dolor se resume a lo más básico e inocuo. Cuando la felicidad era tan simple, tan grande y tan pura que tus sentidos se encontraban en constante reposo. 
Pero no. Saliste al mundo sin pedir ser echada, a una realidad infinita de males y penares. Saliste de tu cálido y cómodo hábitat a una realidad que quizá no sea la tuya, que no pediste, que nunca te corresponderá. Entonces te encuentras desnuda en el medio, pidiendo ayuda a un ser infinito e imposible para que en sus manos te coloque en tu lugar, donde correspondes y donde puedes encajar. 
Aquí tus sentidos descansan de nuevo y tu corazón recobra la paz del sueño eterno rebozando de luz y calidez. Y así de fácil tu existencia se hace desapercibida y tu recuerdo es olvidado, y tus pisadas son borradas por el viento. 
Mientras esperas al ser te detienes pero el mundo sigue girando y te preguntas si tu ritmo se volverá a sincronizar, si cantarás y bailarás la misma tonada otra vez. Si la letra no te resultará extraña y esos versos agrestes volverán a ser tuyos.
Entonces miras afuera y el color del día es más insípido aun y el ambiente se vuelve tan insoportable que quisieras que el ser te tomara y le diera sosiego a tu alma. Pero en tu interior resuena el eco que trae el vacío, porque no tienes alma y el espacio reservado para tu corazón nunca fue ocupado.
Y lloras. Lloras por que tú más que nadie sabes que no necesitas ayuda. No hay remedio si tu corazón está extinto. Y te pasas la vida moviéndote con letargo condenada a ser casi invisible a todos, deseando arrancarte los ojos y cortarte los oídos para por fin zarpar del puerto de la realidad con destino a la infinidad. 
Y quizás así encuentres la calma que tanto buscaste. El espacio vació en tu interior se llenará de agua salada y solo así te sentirás cálida de nuevo. Y solo así serás feliz.

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